En busca de opciones para vivir en el Caudal
Los vecinos de la comarca reclaman una reindustrialización que ofrezca alternativas reales para no emigrar. El empleo industrial cayó en esta cuenca más de un 70% en casi tres décadas por el progresivo cierre de las minas y empresas del sector metal
PALOMA LAMADRID
El empleo industrial cayó en esta cuenca más de un 70% en casi tres décadas por el progresivo cierre de minas y empresas del sector metal
mieres. Josefina Alba Fernández lleva casi tres décadas detrás de la barra del Hostal La Peña. Su ubicación, enfrente del Lavadero Batán, lo convierte en un lugar de paso para trabajadores de distintos ámbitos. «Vivimos la construcción de la autopista, que nos dio mucha vida cuando abrimos y ahora bajó mucho», lamenta. «Ahora subsistimos», resume con resignación. La hostelera asegura que «se nota la falta de actividad» al hacer caja porque el flujo de clientes ha descendido de manera notable desde que el negocio abrió sus puertas.
Así, en el Lavadero Batán quedan algo más de setenta trabajadores y suman poco más de 300 en el pozo San Nicolás, situado en la localidad mierense de Ablaña. En el resto del Caudal, solo queda abierto otro yacimiento, el Santiago, en el concejo de Aller, con una cifra algo menor. A la caída en picado de la actividad en la minería de carbón se suma «que hay menos obras en la zona» –lo que conlleva una merma en el número de camioneros– y el cierre de Mieres Tubos, muchos de cuyos trabajadores acudían a diario a comer al hostal. Las estadísticas avalan la percepción de Josefina Alba. En 1990, en la comarca del Caudal, 10.755 personas trabajan en el sector industrial, según la información recogida por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei). En 2017, eran 3.165, lo que supone una caída del 70,5%. Este desplome se debe al cierre de las minas de carbón –un goteo continuo desde la década de los ochenta– y a las empresas del sector metal.
La falta de actividad se ha traducido en una sangría poblacional, como evidencian los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, el mayor concejo del Caudal, Mieres, perdió un 23,2% de habitantes desde 1998, al pasar de 50.760 a 38.962. El resto de municipios de la comarca también registra una tendencia negativa. Aller es el que peor parado sale, al menguar un 31% en las últimas dos décadas hasta quedarse con 11.027 vecinos. Asimismo, Lena sufrió una merma del 19,8%, de modo que su población es de 11.278 personas, según la actualización más reciente del INE, del 1 de enero de 2018. Por último, Morcín tiene 2.066 habitantes (-11%) y Riosa, 1.991 (-24,4%).
Situación socioeconómica en los municipios del Caudal
* Población (1 enero de 2018 y variación respecto a 1998), renta bruta por habitante y paro en noviembre 2018
Municipio | Población | Renta | Paro |
---|---|---|---|
Mieres | 38.962 (-23,2%) | 24.992€ | 3.490 |
Lena | 11.278 (-19,8%) | 24.853€ | 732 |
Aller | 11.027 (-31%) | 24.902€ | 680 |
Riosa | 1.991 (-24,4%) | 26.781€ | 123 |
Morcín | 2.666 (-11%) | 26.842€ | 112 |
En una mesa del hostal La Peña se encuentran Javier Díaz y Rubén Trabanco. Es un lugar habitual para ellos, ya que el primero trabaja en labores de mantenimiento dentro del Lavadero Batán y el segundo, en minería de interior en el pozo San Nicolás. Ambos forman parte de los 450 empleados de contratas y subcontratas vinculados a Hunosa (Carbomec, Acciona, Satra e Imsa).
Este colectivo es el más débil en todo este proceso, ya que no puede acogerse al plan social acordado por lo sindicatos y el Ministerio para la Transición Ecológica, reservado para las compañías propietarias de yacimientos de carbón. Así las cosas, los trabajadores de las contratas de la hullera no han dudado en salir en la calle para reclamar un remedio. En la negociación del nuevo plan de empresa, sindicatos y patronal acordaron mantener los puestos indirectos, pero el documento no establece el horizonte temporal.
«Ahora aplazan la incertidumbre a dentro de un par de años, tres como máximo», explica Díaz, de 31 años y vecinos de Cabañaquinta, que estrenará paternidad en 2019. Por ahora, reina la duda más absoluta. «En mi empresa nos dijeron que el 15 de enero se paralizan los contratos con Hunosa», apunta Trabanco, que desconoce si esta circunstancia cambiará a raíz del preacuerdo alcanzado la semana pasada. A sus 38 años, este gijonés –aunque vecino de Nava– lleva quince ligado a la minería. Nacido en La Camocha, no trabajó en la histórica mina alrededor de la cual se construyó el poblado. En cambio, ha pasado por una docena, «hasta por una de mercurio de Ciudad Real».
IVÁN MARTÍN
Experto en control ambiental«Todos mis compañeros de la Escuela de Minas se fueron porque no hay donde colgar el candil»
PABLO ASENSIO
Vigilante de explosivos«Llegaron empresas con los fondo mineros y a los cinco años, cuando se agotaron, cerraron»
Para estos trabajadores es fundamental el desarrollo de la hoja de ruta que adoptará la hullera pública. Temen las consecuencias derivadas del cierre de los pozos Carrio y Santiago porque, aunque Hunosa les promete mantener sus empleo, consideran que terminará por acometer una reorganización de la plantilla. «Si cierran otros pozos, moverán a la gente a nuestros puestos», señala Trabanco. Por su parte, Díaz pone de relieve que cuando empezó a trabajar en el Lavadero Batán hace una década los empleados de contratas eran entre 50 y 70 y los de plantilla otros tantos. «Ahora hay medio centenar indirectos y entre quince y veinte de Hunosa, de los cuales la mayoría son vigilantes y capataces.
«Del planteamiento que hagan va a depender que la empresa pueda absorber a los trabajadores que quedan», apunta Díaz. A su juicio, es imprescindible que la hullera se ponga manos a la obra con la diversificación. «De momento, nos dicen los sindicatos que nos encargaremos de desmantelar los pozos que van a cerrar y que no serán menos de dos años, pero nada más», señala. Su única certeza es que su empresa le ha dicho que en mayo se acaba el contrato con Hunosa. Este joven allerano tiene claro que, si Hunosa deja de extraer el mineral, «la gente se va fuera». Así las cosas, los empleados de las contratas han formado una plataforma para luchar por sus puestos de trabajo, de la que forman parte Díaz y Trabanco. «Vamos a seguir peleando», recalcan sin un ápice de duda.
JAVIER DIAZ
Mantenimiento en Batán«Nos dicen que nos encargaremos de desmantelar los pozos, pero nada más»
RUBÉN TRABANCO
Minero de interior«En quince años pasé por una docena de minas españolas, hasta por una de mercurio»
«Cero reindustrialización»
También la «incertidumbre» se respira en el día a día de los trabajadores de la compañía minera. «La catástrofe viene de atrás, es la muerte total de las cuencas porque ha habido cero reindustrialización», afirma Iván Martín, mierense de 40 años que trabaja como especialista en gestión ambiental en el pozo San Nicolás. En su doble condición de trabajador de Hunosa, donde lleva más de dos décadas, y oriundo del Caudal lamenta la falta de oportunidades que hay en la zona. «Estudié en la Escuela de Minas y todos mis compañeros se fueron de aquí porque no hay donde colgar el candil», detalla Martín. «Los fondos mineros los robaron a manos llenas los sindicatos, los ayuntamientos, las empresas...», asegura Pablo Asensio, de 36 años y vigilante de explosivos en el pozo San Nicolás. Nacido y residente en Turón, considera que «es el caso más sangrante porque es el pueblo minero por excelencia».
«Es un cementerio viviente. Llegaron empresas con las ayudas de los fondos mineros y a los cinco años, cuando se agotaron, cerraron», remarca. Apunta que, cuando era niño, el valle de Turón llegó a tener 25.000 habitantes, mientras que ahora ronda los 3.600. Un descenso poblacional que se percibe a simple vista en las aulas del colegio público de la localidad mierense. «Éramos 25 guajes en cada clase cuando iba yo y ahora son ocho o nueve», especifica Asensio. Respecto al plan de empresa de Hunosa espera que «por lo menos sea una muerte digna», que deje cubiertos a los trabajadores. «Necesitamos que se abra un abanico de posibilidades para toda la gente de las cuencas», subraya Martín, mientras que Asensio critica que los ciudadanos pagan las decisiones políticas. «Da igual el Gobierno que esté, a los mineros siguen dándonos las migajas; sacaron los votos que quisieron y ahora que el carbón los quita estamos así», apunta.
A pesar de los obstáculos, ellos se resisten a dejarse vencer. «Yo no quisiera marchar de aquí por nada del mundo porque lo más justo es poder quedarse», destaca Martín. Espera no tener que seguir el camino de sus compañeros en la Escuela de Minas y hacer las maletas.
Una comarca en constante reconversión
Con el pozo Carrio, que el próximo lunes cerrará, se pone fin a más de siglo y medio de minería del carbón en el Nalón. Trabajadores y vecinos reclaman que se reactive la actividad económica ante la pérdida de población por la ausencia de alternativas
PALOMA LAMADRID
Trabajadores y vecinos reclaman que se reactive la actividad económica ante la pérdida de población por la ausencia de alternativas
laviana. En la calle Peñamayor de Blimea había catorce negocios abiertos hace dos décadas. Hoy solo quedan cuatro. Podría ser una anécdota, pero es una constante que se repite en otros muchos puntos de la cuenca del Nalón. Persianas bajadas, edificios deshabitados y colegios e institutos con aulas medio vacías componen el panorama de estos concejos, antaño prósperos y ahora mermados por la falta de actividad económica. Un problema que se acrecentará a partir del 31 de diciembre. Ese será el último día de más siglo y medio de minería del carbón en el Nalón. Y en el Surocidente, y en León, y en Palencia... En Asturias solo permanecerá abierta el pozo San Nicolás, en Mieres. Será el único vestigio, junto con dos explotaciones a cielo abierto en Teruel, el vestigio de una actividad que movió durante más de cien años a un país.
Aunque la carta de defunción de la minería del carbón fue firmada por la Unión Europea en 2016 el grave problema que afronta la comarca del Nalón es la consecuencia de anteriores reconversiones mineras e industriales que no han tenido, ni de lejos, el resultado esperado. Basta con echar un ojo a las estadísticas para comprobar que la cuenca languidece cada año más.
La más preocupante es la pérdida de población en cuatro de los cinco concejos que conforman esta comarca. En comparación con el censo de 1998, solo Sobrescobio arroja un saldo positivo: un 5% más de habitantes, hasta los 834 que hay en la actualidad. Así lo ponen de relieve los últimos datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este pequeño crecimiento se debe, principalmente, al auge del turismo rural en Sobrescobio. El resto de municipios, por el contrario, han experimentado elevadas mermas de vecinos. El más afectado, en este sentido, es San Martín del Rey Aurelio, que tiene 16.584 habitantes, un 23,7% menos que hace dos décadas. De cerca le sigue Caso, con una pérdida del 23,2%, hasta las 1.575 personas que residen ahora en el concejo limítrofe con León.
Situación socioeconómica en los municipios del Nalón
* Población (1 enero de 2018 y variación respecto a 1998), renta bruta por habitante y paro en noviembre 2018
Municipio | Población | Renta | Paro |
---|---|---|---|
Caso | 1.575 (-23,2%) | 16.603€ | 50 |
Langreo | 40.529 (-18,9%) | 24.419€ | 3.692 |
Laviana | 13.236 (-10,9%) | 24.960€ | 895 |
SMRA | 16.584 (-23,7%) | 24.417€ | 1.525 |
Sobrescobio | 834 (+5%) | ---- € | 43 |
El mayor municipio del Nalón también ha visto menguar su padrón en las dos últimas décadas. En concreto, Langreo tiene 40.529 vecinos, un 18,9% menos. Respecto a Laviana, el recorte es del 10,9%, de modo que su población queda en 13.236. La conclusión lógica es que los vecinos del Nalón abandonan sus concejos de origen ante la falta de un tejido económico que les ofrezca alternativas para ganarse la vida. A simple vista, puede resultar paradójico que estos municipios se sitúen entre aquellos con las rentas más altas en Asturias. Según los últimos datos recopilados por la Agencia Tributaria, correspondientes al ejercicio 2016, San Martín del Rey Aurelio tiene una renta bruta media de 24.417 euros por habitante, casi como Langreo, cuya cifra se eleva en solo dos céntimos. Laviana presenta una mayor riqueza, con 24.960 euros.
En cambio, Caso se sitúa en la parte baja de la tabla, con 16.603 euros por habitante, mientras que de Sobrescobio no hay información oficial al tratarse de un municipio de menos de mil habitantes. Esta desigualdad se explica por las elevadas jubilaciones que cobran los antiguos trabajadores de la minería del carbón, que cuentan con un régimen especial de cotización. Actividad que tuvo mucho más impacto en San Martín, Laviana y Langreo que en los otros dos concejos del Nalón.
Las frías estadísticas se traducen en obstáculos que parecen inamovibles para los habitantes de la cuenca del Nalón. De su antaño esplendoroso pasado industrial, representado por Duro Felguera, la Sociedad Ibérica del Nitrógeno o la Cooperativa Eléctrica de Langreo solo quedan migajas. Hunosa ya no es ni sombra de lo que era. El pozo Carrio, en Laviana, que da trabajo a 121 personas, da sus últimos coletazos. El lunes, la jaula bajará por última vez. Con él, se acabó el carbón en Nalón. Su cierre se suma a minas históricas como el Sotón, en San Martín del Rey Aurelio, y María Luisa, en Ciaño, que cerraron en 2014 y 2016, respectivamente. El Sotón ha sido reconvertido. Con el plan de diversificación de Hunosa, el Sotón puede visitarse. El carbón como reclamo turístico.
De Fucomi a la librería
Cerca de Carrio vive y trabaja Ramón Álvarez, de 55 años, quien hace un lustro tuvo que reinventarse, cuando fue despedido de la Fundación Comarcas Mineras (Fucomi) junto a otros tres compañeros de los once que formaban la plantilla. «Aún recuerdo cuando Graciano Torre (exconsejero de Industria) nos dio la carta el día antes de Nochebuena», señala. Rememora esos tiempos tras el mostrador del kiosco-librería que regenta en Blimea, en esa calle Peñamayor que languidece.
DIEGO GONZÁLEZ
Electromecánico«Cuando entré en Hunosa éramos casi 400 en María Luisa y ahora quedamos veintipico»
MARCOS GARCÍA
Electromecánico«¿A dónde vamos a ir nosotros? Todo lo que abrieron con las ayudas fue cerrando»
Álvarez se lamenta de que «no hay alternativas» y augura que sus hijos, de ocho y doce años, tendrán que buscarse la vida lejos de la cuenca del Nalón. «Aquí se está viviendo de las pensiones; cada vez cierran más negocios y lo poco que hay se lo llevan las grandes superficies instaladas en suelos de Hunosa», expone. Para evidenciar esta caída de la actividad económica y de habitantes, este blimeíno no necesita recurrir a grandes cifras macroeconómicas: «En la década de los noventa, se hacían 25 fotos de carné al día en esta librería; ahora hago seis a la semana». Sandra Alonso, de 53 años y vecina de Laviana, también pone de relieve la sangría demográfica que han sufrido los concejos del Nalón. «Media cuenca vive en Gijón», señala en referencia al éxodo de extrabajadores de la mina que eligieron la capital de la Costa Verde para disfrutar del retiro. «Para eso sirvieron las prejubilaciones», añade. Un descenso en el padrón que se ha dejado notar en ‘Pochi’, el negocio familiar de decoración que regenta en Laviana, a lo que se suman las consecuencias de la crisis iniciada en 2008. Alonso no quiere ser pesimista y asegura que «hace dos años la cosa empezó a mejorar y parece que ahora está un poco estable». No obstante, reconoce que los jóvenes lo tienen complicado para labrarse un futuro y «un porcentaje muy alto se ven obligados a irse».
RAMÓN ÁLVAREZ
Kiosquero«Aquí se vive de las pensiones; cada vez cierran más negocios por los centros comerciales»
SANDRA ALONSO
Comerciante«Media cuenca vive en Gijón, para eso sirvieron las prejubilaciones»
Pero, en esta recta final hacia el cierre de los yacimientos de carbón, está claro que los más perjudicados son quienes trabajan directamente en ellos. Es el caso de Diego González y Marcos García, electromecánicos que llevan a cabo labores de bombeo en los pozos María Luisa y Sotón, así como en las instalaciones del Ecomuseo Minero del Valle de Samuño. «Entré en Hunosa en 2009 y entones éramos casi 400 en María Luisa; ahora quedamos veintipico», apunta González, de 40 años y vecino de Sama. «No hubo solución al cierre», añade García, de 37 y residente en Pola de Siero, que se incorporó a la hullera pública en 2010. Les preocupa la situación de la empresa, que acaba de firmar con los sindicatos la hoja de ruta que guiará sus pasos en los próximos años y que pasa por mantener la actividad en el pozo San Nicolás para suministrar de carbón a la central térmica de la Pereda y continuar con el lavado del mineral en el Batán. Y critican las posturas adoptadas por los distintos partidos políticos, «que desde 2009 se echan la culpa unos a otros».
Así las cosas, el porvenir se presenta complicado. «Veo el futuro sin nada de minería y me pregunto: ¿a dónde vamos a ir nosotros?; todo lo que abrieron con las ayudas fue cerrando», pone de manifiesto García en alusión a las empresas que florecieron en las cuencas asturianas gracias a los fondos mineros y que cesaron su actividad en cuanto dejaron de recibir ese dinero, como Venturo XXI y Ornalux. Esperan que el plan de empresa que están elaborando la dirección de Hunosa y los sindicatos ofrezca viabilidad a la compañía. Por su parte, García opina que, con un pozo y La Pereda, como recoge la nueva hoja de ruta de Hunosa, «seguramente haya solución».
Aislados, sin paisanos y ahora sin carbón
El suroccidente, que perdió un tercio de su población en 20 años, suma la crisis minera a las deficientes comunicaciones. La comarca, sin acceso a la autovía, cuenta con tres minas privadas en activo con fecha de cierre el 1 de enero: Pilotuerto, Cerredo y Vega de Rengos
ÓSCAR PANDIELLO
La comarca, sin acceso a la autovía, cuenta con tres minas privadas en activo con fecha de cierre el 1 de enero: Pilotuerto, Cerredo y Vega de Rengos
Cangas del narcea. Más allá de los empleos, del tremendo impacto en la economía local y de la incertidumbre propia de los que no saben qué será de su futuro en apenas una semana; uno de los factores que más preocupa en el Suroccidente asturiano es el aislamiento. «La gente de mi edad marcha para Gijón, Oviedo y los que más, para fuera de Asturias. Vienen por Navidad, Santa Bárbara y verano, pero después es muy difícil. ¿Quién va a querer quedarse en Cangas del Narcea cuando aquí ya no hay trabajo y echas hora y media para ir a las principales ciudades de la región?».
La pregunta se la hace en voz alta Diego Álvarez, que con 28 años trabaja en el bar La Abadía. Junto a él, sentados frente al Consistorio cangués, se encuentran Benjamín Pérez, también socio de este establecimiento; Jesús Rolo, del restaurante La Ruta, y los mineros Marcial Fernández y Alfredo González. Estos últimos pertenecen a la Plataforma Santa Bárbara y, a lo largo de los últimos meses, su lucha se ha recrudecido con el objetivo de mantener viva la minería en la zona. La actividad, como en el resto de la región, tiene el 1 de enero como fecha límite y la incertidumbre marca el paso de los mineros y de los vecinos de los concejos con actividad minera. «¿Y ahora qué? No tenemos noticias ni del Gobierno, ni de los sindicatos ni de nadie. Solo contamos con buenas palabras que, a la hora de la verdad, no sirven para comer», resume González.
Situación socioeconómica en los municipios del suroccidente asturiano
* Población (1 enero de 2018 y variación respecto a 1998), renta bruta por habitante y paro en noviembre 2018
Municipio | Población | Renta | Paro |
---|---|---|---|
Tineo | 9.700 (-26,9%) | 18.607€ | 433 |
Cangas del Narcea | 12.947 (-27,3%) | 22.384€ | 647 |
Degaña | 978 (-37,5%) | 28.188€ | 55 |
Ibias | 1.362 (-38,7%) | 18.591€ | 33 |
Tanto él como su compañero trabajan desde hace años en la mina canguesa de Carbonar, en Vega de Rengos. La explotación de antracita, en proceso concursal, cuenta con una plantilla que ronda el medio centenar de trabajadores. La mayoría, sin embargo, están afectados por un ERE abierto a raíz del incendios ocurrido a principios de año en el interior de la mina. Solo ocho trabajadores realizan labores de mantenimiento en el pozo. Los demás esperan en sus casas a la entrada del nuevo año.
«Hasta enero o febrero, cuando se inició el incendio, trabajábamos normal y nos confirmaban que no íbamos a cerrar. Ahora nada está claro, se trabaja controlando los niveles de agua en las galerías y el caso es que desde febrero estamos parados», lamenta Fernández. El plan de futuro para el sector, tal y como reconocen sus colegas de las cuencas, no parece lo suficientemente estable como para asegurar el trabajo en la comarca. «Dicen que nos van a incorporar a otros sectores, pero no nos fiamos. Dicen que replantaremos la escombrera, pero eso, a lo sumo, garantiza dos meses de trabajo. ¿Qué haremos el resto del tiempo?, asevera el minero, quien acumula más de 20 años en el pozo. Su situación como trabajador de contrata no hace más que complicar la situación.
Sangría demográfica
Carbonar, a pleno rendimiento, se traducía en más de 200 puestos de trabajo directos e indirectos. Todo un motor económico para una de las comarcas más afectadas por el despoblamiento y la sangría demográfica. En los últimos años, el Suroccidente marca cifras de récord a la hora de perder habitantes. Así, en los últimos 20 años, Cangas del Narcea perdió el 27,3% de sus habitantes; Tineo, el 26,9%; Degaña, el 37,5% e Ibias el 38,7%. «Es una cadena, si la gente marcha hay menos maestros, médicos y comerciantes. La gente ya no quiere vivir aquí y solo los más mayores viven. Aquí, además, necesitas dos horas en coche para llegar a cualquier lado. Es un desastre», asevera Pérez, del bar La Abadía.
MARCIAL FERNÁNDEZ
Especialista de tajo mecanizado«Si replantamos la escombrera serán dos meses de trabajo. ¿Y el resto del tiempo?»
BENJAMÍN PÉREZ
Hostelero«Necesitas dos horas en coche para ir a cualquier lado desde Cangas del Narcea. Un desastre»
El pesimismo ante la ausencia de un plan concreto sobre el futuro de la región se respira entre vecinos y comercios. Silvia Campa, que desde hace cinco años regenta una tienda de ropa en Cangas del Narcea, sintetiza en una frase el sentir general de los concejos del suroccidente: «Del verano en adelante se nota una falta de ánimo pasmosa. Hay miedo a perder el motor económico, a que se deje de gastar dinero en el comercio local». ¿Y el futuro? Para los integrantes de la Plataforma Santa Bárbara solo cabe una opción: «Pedimos que la mina siga abierta hasta que haya una transición efectiva. Que Cangas no muera. Se hizo un plan hasta 2027, pues que se aguante hasta esa fecha y mientras tanto se pongan en marcha alternativas viables», zanja González.
En busca de comprador
El futuro es, desde hace unos meses, el único tema de conversación para los trabajadores de la Compañía Minera Astur Leonesa. La empresa, propietaria del pozo Cerredo, en Degaña, cuenta con más de 150 trabajadores. Recientemente, el juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo aprobó su plan de liquidación definitivo. No obstante, el dictamen judicial considera «beneficiosa para el concurso la inclusión en el plan, como método de liquidación preferente, la dación en pago a favor del acreedor hipotecario». El ERE, que mantiene sin actividad al 90% de la plantilla, fue la puntilla para los trabajadores de una explotación que desde mayo no tiene suministro eléctrico.
PABLO MÉNGUEZ
Maquinista de arranque«En un principio sí había compradores interesados en el pozo Cerredo»
RUBÉN MENÉNDEZ
Ayudante minero«Quieren impulsar las renovables, pero eso no es de un día para otro. Necesitamos tiempo»
La solución pasaría, según apuntan los trabajadores, por la aparición de un comprador interesado en el pozo. Una situación complicada, reconocen, por el anunciado cierre de las centrales térmicas y por la dificultad de colocar el carbón tras los recientes anuncios del ministerio de Transición Ecológica. «En un principio sí había compradores interesados en el pozo. Estamos de acuerdo en que haya una transición, pero esta tiene que pasar por el carbón», apunta Pablo Ménguez, de 40 años.
Para los trabajadores de Astur Leonesa, este último año está siendo especialmente complicado ya que acumulan doce meses sin cobrar. Conscientes de que el dinero invertido con cargo a los Fondos Mineros no ha traído ninguna alternativa consistente a la actividad del pozo, la única solución pasaría por una moratoria. Esto es, «que se deje comparar a las empresas interesadas y que la vida del pozo se alargue unos años más». Un extremo que dependería directamente del dictamen del Ministerio.
Por lo pronto, las empresas que asoman en el Suroccidente –«o las que se atreven a hacerlo, mejor dicho»–, son de tamaño pequeño y la absorción de los 200 empleos derivados del pozo Cerredo parece misión imposible. «Dicen que quieren impulsar algo renovable, pero lo que tenemos seguro es que esto no puede hacerse de un día para otro, necesitamos tiempo... ¡Solo tiempo!», lamenta Rubén Menéndez, ayudante minero de 32 años que también quedaría en la calle.
SILVIA CAMPA
Comerciante«Hay miedo a perder el motor económico y a que se deje de gastar dinero en los negocios»
ENRIQUE RODRÍGUEZ
Hostelero de Tineo«De diez años para acá, desde que empezaron las prejubilaciones, aquí ya no queda nadie»
La tercera mina activa en la comarca, al menos hasta el inicio de 2019, es la de Pilotuerto. Explotada por la Unión Minera del Norte (Uminsa), también cuenta con medio centenar de trabajadores entre plantilla y contratas. La decadencia del pozo, según relatan los que han vivido de él, se alarga ya desde hace una década. «Yo nací aquí arriba y desde siempre nuestra clientela fueron camioneros y mineros. Aunque estos últimos ya casi no se ven todavía podemos vivir de los primeros», señala mirando hacia el piso superior Enrique Rodríguez.
Desde hace años regenta Casa Enrique, a escasos metros del embalse de Pilotuerto. En otras palabras, el punto de encuentro de los trabajadores que acababan su turno en el pozo tinetense. «Ahora lo que se mueve aquí es madera de pino. De diez años para acá, desde que empezaron las prejubilaciones, no queda nadie», apunta resignado. La liquidación de la empresa supondrá un nuevo punto de inflexión en una comarca necesitada de renovación.
«¿A quién se va a vender el carbón si no hay térmicas?»
Los yacimientos activos que quedan en Palencia y Teruel están ligados a centrales para las que ya se ha solicitado el cierre. Lejos de grandes urbes, con mala comunicación y sin planes alternativos, estas otras cuencas mineras agonizan con el fin del sector
NOELIA A. ERAUSQUÍN
José Luis Fernández lo ha sido todo en la mina. Nacido en Mieres y criado en Palencia, empezó con 15 años como aprendiz y ha sido ayudante de picador, barrenista, vigilante... Y ahora, con 60, es empresario, uno de los socios de Carbones del Alto Carrión, la única explotación que queda abierta en la montaña palentina, un territorio que dejó atrás hace mucho su época de esplendor y que pierde la esperanza de recuperación al mismo ritmo que población, un 18% en la última década.
El anuncio de que Iberdrola quiere cerrar la térmica de Velilla, al igual que la de Lada, supone la puntilla a una zona que, lejos de grandes localidades y con escasa comunicación, poco le queda ya. Y lo mismo sucede con la cuenca minera de Teruel, con dos explotaciones abiertas y la intención de Endesa de cerrar la central de Andorra. Sus pueblos se han quedado sin un 15% de habitantes en el último lustro.
Y, sin embargo, subsisten soñadores. Porque la de José Luis es una aventura mezcla de nostalgia y convencimiento. «Quiero apostar y sigo apostando por la minería. Tiene que voler a resurgir», asegura. En 2015, junto a otros dos socios, ahora desligados del proyecto, adquirió los bienes de la antigua explotación San Isidro y María, de la que había sido trabajador y que estaba inmersa en un proceso concursal. Fue el Juzgado de lo Mercantil número 3 de Gijón quien finalmente la adjudicó por 110.000 euros, aunque la factura para ponerla en marcha ahora se eleva a 860.000. Los ahorros de toda una vida de los tres y más.
Tras muchas trabas administrativas para devolver la actividad al pozo y tener que despedir a toda la plantilla, en la actualidad trabajan en él ocho personas, asturianos y palentinos pertenecientes a una subcontrata de Cangas del Narcea. Pero el carbón que sacan, unas mil toneladas mensuales, no se destina a la cercana térmica de Velilla, sino a la de La Robla. Iberdrola se niega a comprar y con ello este pozo pierde en transporte hasta León cualquier atisbo de rentabilidad.
Y sobre la mesa tiene otra amenaza, para seguir más allá del 31 de diciembre le piden que deposite un millón de euros de las ayudas recibidas por los anteriores propietarios, «pero no lo vamos a hacer», adelanta José Luis, porque el pozo se adjudicó «libre de cargas». Así que la semana que viene prevé seguir trabajando.
JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ
Carbones del Alto Carrión«Quiero apostar y sigo apostando por la minería. Tiene que volver a resurgir»
ORÁN JOSÉ ESPINIELLA
Minero Uminsa«Como no hagan algo en serio esto se muere. Es una pena, pero esto es ya un pueblo de prejubilados y jubilados»
Quienes ya no lo harán serán los cinco mineros que Uminsa aún mantenía restaurando un desmonte. Uno de ellos acabará en el paro, mientras que cuatro podrán prejubilarse, gracias al acuerdo de la minería que rebaja la edad hasta los 48 años, entre ellos Orán José Espiniella. «Ya pensaba que me tenía que buscar la vida como pudiera, pero es como si me hubiera tocado la lotería», señala este minero de 49 años con casi 30 de experiencia.
Él ha tenido suerte, pero reconoce que la zona está en caída libre. «Como no hagan algo en serio esto se muere», augura, y recorre mentalmente las localidades del entorno. «Lo más cercano con futuro es Aguilar de Campoo, por las galletas», señala. Está a más de 60 kilómetros por una carretera nacional. «Esto es ya un pueblo de jubilados y prejubilados. La gente joven se va», se lamenta. En la cuenca minera de Teruel sucede lo mismo. Los 200 trabajadores de la central de Andorra y el centenar de las explotaciones que mantienen el grupo Samca y la Compañía General Minera son su único motor económico. «Estamos en una zona mala», reconoce el secretario general de minería de UGT-Aragón, Francisco Montull, que cuantifica la pérdida de población en la localidad de Andorra en 1.300 personas en 5 años. Ya apenas supera los 7.000. Sus lamentos se parecen a los que se escuchan en Asturias: el Plan Miner no ha tenido resultados, hay que mejorar las comunicaciones para que se asienten empresas... Zaragoza y Teruel están a casi hora y media y por en medio, casi nada.
Lo curioso en este caso es que Samca está dispuesta a continuar con la actividad extractiva a partir del 31 de diciembre, que no tiene que devolver las ayudas, pero sin central en la zona, «¿a quién va a vender el carbón?», se pregunta Roberto Miguel Gil, presidente de la Asociación Empresarial de Andorra. «Hay una empresa que puede y quiere extraer carbón, pero no tiene sitio donde quemarlo», denuncia.
Endesa acaba de anunciar su plan de cierre de la térmica de esta localidad y apenas ofrece entre 40 y 50 puestos en parques eólicos y plantas solares y trabajo para desmantelar la planta. «No nos lo creemos», advierte Montull, que se pregunta «y después, ¿qué?».
«De una población de 10.000 personas, 1.000 dependen de esto y no hay otra industria que lo pueda suplir, imaginad el impacto», señala Gil, que traslada «una sensación de abandono» por parte de los políticos y Endesa. «Lo veo todo negro», reconoce.
El último motor de Villablino
La mina La Escondida, en la comarca leonesa de Laciana, busca fórmulas para mantener su actividad más allá de 2019
ÓSCAR PANDIELLO * Población (1 enero de 2018 y variación respecto a 1998), renta bruta por habitante y paro en noviembre 2018
Entre los muchos nexos de unión histórica entre el Principado y León, el de la mina es uno de los más característicos. No en vano, entre la frontera de las dos provincias el flujo de habitantes y trabajadores ha sido constante, en parte, gracias a la extracción de hulla. Ante el inminente cierre de las explotaciones, los trabajadores de la comunidad vecina comparten con sus colegas asturianos un sentimiento: la incertidumbre.
Adriano, Maikel, Iván y José trabajan en la única explotación que permanece activa en la provincia: La Escondida. Se trata de una mina de interior, propiedad de la empresa Hijos de Baldomero García, que actualmente da trabajo a 75 trabajadores: 5 fijos de la empresa y los otros 70, de contratas. «Seguimos sacando carbón, pero el plan de cierre está ahí y estamos a la espera de noticias. La situación es la misma que la de los compañeros asturianos: o se devuelven las ayudas o la mina tendrá que cerrar», explica José Chacón.Situación socioeconómica en el municipio de Villablino
Municipio | Población | Renta | Paro |
---|---|---|---|
Villablino | 9.150 (-38,8%) | 24.190€ | 633 |
Hace apenas una semana, el propietario de la empresa minera Hijos de Baldomero García afirmó que la explotación situada en Caboalles de Arriba seguirá funcionando más allá de 2019. Su optimismo viene de la reciente reunión que mantuvo con la secretaría de Estado de Energía del ministerio para la Transición Ecológica, aunque también es consciente de que el mantenimiento de la actividad pasa por devolver las ayudas estatales concedidas desde 2011 para hacer sostenible la actividad. «Nosotros vemos la manera de poder continuar con la devolución de las ayudas de un manera flexible, que será unos ocho millones de euros», explicó el empresario. La cuenta atrás para tomar la decisión, sin embargo, ya aprieta.
JOSÉ CHACÓN
Minero de La Escondida«El plan de cierre está ahí y estamos a la espera de noticias. O se devuelven las ayudas o cerramos»
IVÁN RODRÍGUEZ
Minero de La Escondida«La mina es rentable y el carbón se va a seguir quemando. La cosa es que sea de aquí y no de China»
El éxodo fuera de las fronteras de la comarca, asimismo, tampoco parece la solución más idónea para los trabajadores, la mayoría con más de 35 años de edad y con pocas opciones de acoplarse en sectores similares en un corto espacio de tiempo. «La gente que se fue está volviendo, porque fuera tampoco hay mucho. El problema es cuando tienes una hipoteca a cuestas y ya no sabes dónde acudir», añade Rodríguez. «Se manejó mucho dinero...»
ELVIRA RODRÍGUEZ
Comerciante de Villablino«La cosa está bajando a pasos agigantados. Una pena, parece que tanto pelear acabará en nada»
IVÁN DIEZ
Comerciante de Villablino«Hace 30 años teníamos cientos de chavales en el colegio. Ahora cuesta que llenen una clase»
Elvira Rodríguez y Aníbal Blanco regentan uno de los dos estancos de Villablino. La decadencia de la actividad minera supone un duro golpe para el futuro de la comarca y, por ende, de sus negocios. «La cosa está bajando a pasos agigantados. Es una pena porque parece que tanto pelear va a acabar en nada», lamenta Rodríguez. A su juicio, la situación es peor si cabe considerando la cantidad de millones que fue a parar a las comarcas mineras del norte. «Se manejó mucho dinero y no se supo invertir bien. Y así nos fue...», concluye.