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 • ACTUALIDAD EN AL NORTE

12

Dic

2004


Al Norte

Semana Nacional de Arte Contemporáneo

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«Si la pintura no está viva, no lo está el ser humano»
El afamado maestro del arte contemporáneo español llegará a Asturias
el miércoles, invitado por EL COMERCIO, para impartir un taller de pintura



Ángel Antonio Rodríguez

Pese a que la fama le precede, Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) es tan humilde como las escenografías que recrea y como su acogedor estudio, en la zona norte de Madrid; un espacio íntimo, repleto de imágenes de sus nietos, naturalezas, fotografías, objetos, catálogos, reproducciones y recuerdos. Amigo del diálogo pausado y reflexivo, acumula en sus palabras un sinfín de conocimientos y vivencias. Y también de premios y reconocimientos.

Desde que en los años sesenta comenzó a destacar como la gran firma
de un grupo defensor de la figuración realista, entre los que se encuentra su esposa, María Moreno, el artista manchego ha participado en más de cincuenta exposiciones colectivas e individuales por todo el mundo.

APUNTES
· Nace en Tomelloso, Ciudad Real, en 1936.
· En los años sesenta forma parte del grupo realista madrileño.
· Ha realizado más de 50 exposiciones internacionales
· En 1983 recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes.
· Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 1985.

En 1970 entró a formar parte de la nómina de la galería Marlborough, con un contrato en exclusiva. Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985, fue galardonado también con la Medalla de Oro de Bellas Artes y el Premio Pablo Iglesias en 1983, el mismo año en que fue homenajeado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Desde 1993 es miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y dos años después representó a España en la Bienal de Venecia.

El cineasta Víctor Erice filmó en 1992 el hermoso largometraje ‘El sol del membrillo’, centrado en el proceso creativo de Antonio López. La película fue galardonada con el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes, con el ‘Hugo de oro’ a la mejor película de ficción del Festival Internacional de Cine de Chicago y con el premio a la mejor película extranjera en el Festival de Cine de Montreal. Aquello impulsó la fama del pintor, convirtiéndole en una referencia cultural.

Su presencia en Gijón para participar en el programa de ‘AlNorte 04’, organizado por EL COMERCIO, es histórica. No en vano, el artista nunca había impartido sus clases magistrales en esta región, tradicionalmente sensible al arte de la pintura.

Su objetivo es transmitir a los 20 alumnos que ha seleccionado personalmente una visión libre de las calidades plásticas, lejos de cualquier dogma. Así, los participantes analizarán la esencia de la pintura bajo la atenta mirada de este genuino artista y excelente persona cuyo quehacer aborda, con detallismo casi fotográfico, los aspectos cotidianos de la vida.

El taller ‘Conceptos de la pintura’, ha generado mucha expectación, las solicitudes han desbordado las plazas. ¿Se ha acostumbrado Antonio López al entusiasmo que despiertan sus clases?
–Yo disfruto mucho impartiendo talleres. Creo que el contacto directo es fundamental para los alumnos y también para los profesores. Cuando, en los años ochenta, empezamos a trabajar varios artistas en el Círculo de Bellas Artes, fuera de la enseñanza reglada, descubrimos que los alumnos sacaban muchísimo partido. Es un excelente complemento práctico, se crea una hermosa relación de complicidad, muy difícil en los ámbitos académicos. Hay una gran cantidad de personas con facultades, pero muy desorientadas. Por eso, estas iniciativas son imprescindibles para el desarrollo artístico.

¿Cuáles son las causas de esa desorientación?
–Hay demasiadas interferencias. Para mí es imprescindible, por ejemplo, pintar del natural, donde lo más difícil es hallar el motivo preciso en el instante justo. Elegir bien las cosas da resultados tremendamente sorprendentes, igual que colocarlas mal es penoso. Hace falta tener un criterio sólido para soportar todas las interferencias del arte actual que, en realidad, no difieren mucho de antaño.

Pero es difícil para un pintor ser libre, hoy, en el circuito artístico...
–El artista siempre ha estado lejos de la libertad. Tienes que ganártela con muchísimos esfuerzos. En el fondo, te la tienen que conceder y, a pesar de todo, nunca eres verdaderamente libre.

¿El mercado impone las normas?
–Claro, pero cada vez con menos sentido. Los artistas de los años sesenta éramos una gran familia. Aunque unos derivamos hacia la figuración y otros hacia la abstracción, lo vivíamos con total sencillez. Juntos conquistamos nuevos conocimientos, nuevas metas. Todos sufríamos igual, y éramos igual de modernos e igual de diferentes. Buscábamos algo nuevo. La cosa se complicó a partir de un momento determinado donde el mercado se aceleró, y un grupo de artistas y críticos trataron de imponer sus pautas.

¿Se perdió la emoción?
–No estoy seguro, pero todo se hizo más aburrido. ¡La verdad es que entramos en un periodo de aburrimiento espantoso! Hoy ni siquiera hablan de divisiones entre abstracción o figuración, sino de los que pintan y los que no pintan. Gordillo, por ejemplo, hoy está como yo, simplemente, porque ambos pintamos.

Los artistas siempre sufren...
–Un sueño inalcanzable siempre genera sufrimiento. Observa, por ejemplo, el libro ‘Retrato de Giacometti’, de James Lord. Mira como sufre en la búsqueda de su verdad; no cede, pretende representar una figura sabiendo que es imposible, pero continúa. Lo entiendo tan bien... Quizás, algunos grandes no sufriesen tanto. Quizás Velázquez o Picasso, que sabían usar su desbordante capacidad. Pero la mayoría sufren, tratando de reducir progresivamente esa búsqueda de su verdad. Algunos, como Morandi, pueden dar la impresión de sufrir menos, porque permanecen aislados en una especie de limbo, en paz consigo mismos... Pero Morandi, Vermeer, Giacometti... conocen sus limites y no se limitan. Lo fácil es ser Van Dyck o Rubens, acatar los encargos para impresionar, sin aceptar tus límites.

Las palabras de Antonio López continúan fluyendo a borbotones, recorriendo la historia del arte en una conversación infinita, un privilegio para quien se acerca al diálogo con esa ‘verdad’ de la pintura, esa ‘realidad’ más que tanto ama. Su entusiasmo es desbordante y sus conocimientos impactan las retinas, bajo guiños de una pureza apabullante, mientras se hace preguntas y las responde.

¿La pintura vive?
–Se declaró la muerte de la pintura tantas veces... No lo sé, quizás haya muerto. Pero es que, quizás, también el ser humano ha muerto. ¿No será eso lo que ha ocurrido? O quizás, antes de desaparecer, ya hemos cumplido nuestro ciclo. Lo cierto es que algo muy grave está pasando, algo que afecta a nuestro aspecto mas profundo, a nuestra fe en la vida y, por supuesto, nuestra fe en el arte. Lo hacemos fatal, porque estamos dañando el aire, el agua, la naturaleza, las especies... y eso terminará volviéndose contra nosotros. Sí, eso puede ser una forma de morir. Es posible. Pero si la pintura no esté viva, no lo está el ser humano.


«Ahora me llevo mejor que nunca con mi trabajo»


¿Cómo vive Antonio López el momento actual respecto a su propia pintura?
–Pues mira, muy feliz. Ahora, curiosamente, estoy muy en paz con mi pintura, totalmente reconfortado de ser distinto. Me alegro de hacer algo diferente a lo que ofrece la mayoría. Estoy agradecido, contento, de que haya gente que me siga con fidelidad, que confíen en mi obra y me permitan trabajar y vivir. Me llevo mejor que nunca con mi trabajo, y disfruto muchísimo viendo pintura, haciendo pintura y hablando de pintura.

¿Alguna vez ha pintado del natural en Asturias?
–Voy a veces a Asturias, la familia de María es de allí. Pero sólo he terminado un cuadro una vez, en Mieres, donde vivía mi cuñada. Era el año 62, acabábamos de casarnos. Fue un pequeño cuadro que hoy tiene una coleccionista de Madrid, un ‘paisajito’ con pueblo, iglesia y montes. También en Salinas, otro año, alquilamos una casa y llevamos material, pero fue imposible resolver nada. Era verano, un paisaje precioso, pero cada vez que nos plantábamos frente al lienzo... una nube. Y luego el sol, de nuevo. Era el juego del ratón y el gato. Viviendo aquí, te acostumbras a ello, como han hecho muchos paisajistas asturianos, pero así... ¡buf!

¿Que opina de nuestros pintores?
–Lo que más me impresionó fueron las pinturas de Luis Fernández, en el Museo Reina Sofía. Fue otro pintor auténtico, que buscaba su verdad viajando hacia la sobriedad y reduciendo su mundo sin aceptar jamás los límites. También me interesa Darío de Regoyos, y conozco a Evaristo Valle, Nicanor Piñole... El paisaje es el último reducto que se conquistó en pintura, y quienes lo han conquistado, mayoritariamente, son los países y las regiones norteñas. Algo tiene el artista del norte, que le hace muy sensible al paisaje.

 
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