Ángel Antonio Rodríguez
Pese
a que la fama le precede, Antonio López (Tomelloso, Ciudad
Real, 1936) es tan humilde como las escenografías que recrea
y como su acogedor estudio, en la zona norte de Madrid; un espacio
íntimo, repleto de imágenes de sus nietos, naturalezas,
fotografías, objetos, catálogos, reproducciones y
recuerdos. Amigo del diálogo pausado y reflexivo, acumula
en sus palabras un sinfín de conocimientos
y vivencias. Y también de premios y reconocimientos.
Desde que en los años sesenta comenzó a destacar como
la gran firma de
un grupo defensor de la figuración realista, entre los que
se encuentra su esposa, María Moreno, el artista manchego
ha participado en más de cincuenta exposiciones colectivas
e individuales por todo el mundo.
APUNTES
· Nace en Tomelloso, Ciudad Real,
en 1936.
·
En los años sesenta forma parte del grupo realista
madrileño.
·
Ha realizado más de 50 exposiciones internacionales
·
En 1983 recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes.
·
Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 1985.
|
En
1970 entró a formar parte de la nómina de la galería
Marlborough, con un contrato en exclusiva. Premio Príncipe
de Asturias de las Artes en 1985, fue galardonado también
con la Medalla de Oro de Bellas Artes y el Premio Pablo Iglesias
en 1983, el mismo año en que fue homenajeado por la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo. Desde 1993 es miembro de la
Academia de Bellas Artes de San Fernando, y dos años después
representó a España en la Bienal de Venecia.
El cineasta Víctor Erice filmó en 1992 el hermoso
largometraje El sol del membrillo, centrado en el proceso
creativo de Antonio López. La película fue galardonada
con el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes, con
el Hugo de oro a la mejor película de ficción
del Festival Internacional de Cine de Chicago y con el premio a
la mejor película extranjera en el Festival de Cine de Montreal.
Aquello impulsó la fama del pintor, convirtiéndole
en una referencia cultural.
Su presencia en Gijón para participar en el programa de AlNorte
04, organizado por EL COMERCIO, es histórica. No en
vano, el artista nunca había impartido sus clases magistrales
en esta región, tradicionalmente sensible al arte de la pintura.
Su objetivo es transmitir a los 20 alumnos que ha seleccionado personalmente
una visión libre de las calidades plásticas, lejos
de cualquier dogma. Así, los participantes analizarán
la esencia de la pintura bajo la atenta mirada de este genuino artista
y excelente persona cuyo quehacer aborda, con detallismo casi fotográfico,
los aspectos cotidianos de la vida.
El taller Conceptos de la pintura, ha generado
mucha expectación, las solicitudes han desbordado las plazas.
¿Se ha acostumbrado Antonio López al entusiasmo que
despiertan sus clases?
Yo disfruto mucho impartiendo talleres. Creo que el contacto
directo es fundamental para los alumnos y también para los
profesores. Cuando, en los años ochenta, empezamos a trabajar
varios artistas en el Círculo de Bellas Artes, fuera de la
enseñanza reglada, descubrimos que los alumnos sacaban muchísimo
partido. Es un excelente complemento práctico, se crea una
hermosa relación de complicidad, muy difícil en los
ámbitos académicos. Hay una gran cantidad de personas
con facultades, pero muy desorientadas. Por eso, estas iniciativas
son imprescindibles para el desarrollo artístico.
¿Cuáles son las causas de esa desorientación?
Hay demasiadas interferencias. Para mí es imprescindible,
por ejemplo, pintar del natural, donde lo más difícil
es hallar el motivo preciso en el instante justo. Elegir bien las
cosas da resultados tremendamente sorprendentes, igual que colocarlas
mal es penoso. Hace falta tener un criterio sólido para soportar
todas las interferencias del arte actual que, en realidad, no difieren
mucho de antaño.
Pero es difícil para un pintor ser libre, hoy, en
el circuito artístico...
El artista siempre ha estado lejos de la libertad. Tienes
que ganártela con muchísimos esfuerzos. En el fondo,
te la tienen que conceder y, a pesar de todo, nunca eres verdaderamente
libre.
¿El mercado impone las normas?
Claro, pero cada vez con menos sentido. Los artistas de los
años sesenta éramos una gran familia. Aunque unos
derivamos hacia la figuración y otros hacia la abstracción,
lo vivíamos con total sencillez. Juntos conquistamos nuevos
conocimientos, nuevas metas. Todos sufríamos igual, y éramos
igual de modernos e igual de diferentes. Buscábamos algo
nuevo. La cosa se complicó a partir de un momento determinado
donde el mercado se aceleró, y un grupo de artistas y críticos
trataron de imponer sus pautas.
¿Se perdió la emoción?
No estoy seguro, pero todo se hizo más aburrido. ¡La
verdad es que entramos en un periodo de aburrimiento espantoso!
Hoy ni siquiera hablan de divisiones entre abstracción o
figuración, sino de los que pintan y los que no pintan. Gordillo,
por ejemplo, hoy está como yo, simplemente, porque ambos
pintamos.
Los artistas siempre sufren...
Un sueño inalcanzable siempre genera sufrimiento. Observa,
por ejemplo, el libro Retrato de Giacometti, de James
Lord. Mira como sufre en la búsqueda de su verdad; no cede,
pretende representar una figura sabiendo que es imposible, pero
continúa. Lo entiendo tan bien... Quizás, algunos
grandes no sufriesen tanto. Quizás Velázquez o Picasso,
que sabían usar su desbordante capacidad. Pero la mayoría
sufren, tratando de reducir progresivamente esa búsqueda
de su verdad. Algunos, como Morandi, pueden dar la impresión
de sufrir menos, porque permanecen aislados en una especie de limbo,
en paz consigo mismos... Pero Morandi, Vermeer, Giacometti... conocen
sus limites y no se limitan. Lo fácil es ser Van Dyck o Rubens,
acatar los encargos para impresionar, sin aceptar tus límites.
Las palabras de Antonio López continúan fluyendo a
borbotones, recorriendo la historia del arte en una conversación
infinita, un privilegio para quien se acerca al diálogo con
esa verdad de la pintura, esa realidad más
que tanto ama. Su entusiasmo es desbordante y sus conocimientos
impactan las retinas, bajo guiños de una pureza apabullante,
mientras se hace preguntas y las responde.
¿La pintura vive?
Se declaró la muerte de la pintura tantas veces...
No lo sé, quizás haya muerto. Pero es que, quizás,
también el ser humano ha muerto. ¿No será eso
lo que ha ocurrido? O quizás, antes de desaparecer, ya hemos
cumplido nuestro ciclo. Lo cierto es que algo muy grave está
pasando, algo que afecta a nuestro aspecto mas profundo, a nuestra
fe en la vida y, por supuesto, nuestra fe en el arte. Lo hacemos
fatal, porque estamos dañando el aire, el agua, la naturaleza,
las especies... y eso terminará volviéndose contra
nosotros. Sí, eso puede ser una forma de morir. Es posible.
Pero si la pintura no esté viva, no lo está el ser
humano.
«Ahora me llevo mejor que nunca con mi trabajo»
¿Cómo
vive Antonio López el momento actual respecto a su propia
pintura?
Pues mira, muy feliz. Ahora, curiosamente, estoy muy en paz
con mi pintura, totalmente reconfortado de ser distinto. Me alegro
de hacer algo diferente a lo que ofrece la mayoría. Estoy
agradecido, contento, de que haya gente que me siga con fidelidad,
que confíen en mi obra y me permitan trabajar y vivir. Me
llevo mejor que nunca con mi trabajo, y disfruto muchísimo
viendo pintura, haciendo pintura y hablando de pintura.
¿Alguna vez ha pintado del natural en Asturias?
Voy a veces a Asturias, la familia de María es de allí.
Pero sólo he terminado un cuadro una vez, en Mieres, donde
vivía mi cuñada. Era el año 62, acabábamos
de casarnos. Fue un pequeño cuadro que hoy tiene una coleccionista
de Madrid, un paisajito con pueblo, iglesia y montes.
También en Salinas, otro año, alquilamos una casa
y llevamos material, pero fue imposible resolver nada. Era verano,
un paisaje precioso, pero cada vez que nos plantábamos frente
al lienzo... una nube. Y luego el sol, de nuevo. Era el juego del
ratón y el gato. Viviendo aquí, te acostumbras a ello,
como han hecho muchos paisajistas asturianos, pero así...
¡buf!
¿Que opina de nuestros pintores?
Lo que más me impresionó fueron las pinturas
de Luis Fernández, en el Museo Reina Sofía. Fue otro
pintor auténtico, que buscaba su verdad viajando hacia la
sobriedad y reduciendo su mundo sin aceptar jamás los límites.
También me interesa Darío de Regoyos, y conozco a
Evaristo Valle, Nicanor Piñole... El paisaje es el último
reducto que se conquistó en pintura, y quienes lo han conquistado,
mayoritariamente, son los países y las regiones norteñas.
Algo tiene el artista del norte, que le hace muy sensible al paisaje.
|