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 • ACTUALIDAD EN AL NORTE

16

Dic

2004


Al Norte

Semana Nacional de Arte Contemporáneo

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Antonio López, una lección de pintura
El pintor inaugura su taller como un diálogo abierto con una veintena de artistas
y presenta la nueva versión de 'El sol del membrillo',
la película de Erice que protagoniza



P. Merayo

Primero ordenó a sus alumnos de AlNorte en un círculo del que él participaba. Luego empezó a hablar. Lo hizo con su voz de Tomelloso, lugareña y apacible, pero también con su manos de pintor, inquieto y perfeccionista. Igual que unos pinceles ante una tela, las manos de Antonio López iban y venían describiendo los compases de su entusiasmo. Todos le escuchaban, pero, al principio, no todos le seguían.

Tuvo que explicar el pintor más reconocido de la segunda mitad del siglo XX que plasmar la realidad, usando la fotografía, como herramienta intermedia entre ésta y el lienzo, «acorta el camino y empobrece el proceso creativo», además de mermar «el sortilegio de la pintura».

«Se imaginan la cantidad de momentos que hay tras cada una de las virtudes de 'Las hilanderas', de Velázquez. La mayoría hubieran quedado sesgados por una instantánea fotográfica. Un pintor necesita enfrentarse a la realidad para contarla. No hay que tener miedo y no se debe tener prisa», dijo.

Contestaba así López a una alumna que alardeaba de hacer uso de las «técnicas de su siglo» al hacer de la máquina de fotos elemento imprescindible de su proceso creativo.

Se vio obligado también a desmenuzar la más clásica de las relaciones entre el hombre y el arte. «Cuando escucho a Bach, él me habla y cuando observo a Vermeer me doy cuenta que hemos entablado una relación que no tiene fin».

«Es», dijo, «una conversación», en la que lo único que cuenta es el cruce de energías emocionales que no concede más lugar al conocimiento y la razón, que a la misma vida y los sentimientos.

En este punto Antonio López se encontró con otro debate. Una alumna defendía que el hombre era más cuanto más supiera. Él aseguró que había ejemplos de esa certeza y modelos de todo lo contrario, pues, «hay un arte que nace del conocimiento y otro de la vida». Y para afianzar lo dicho, dos ejemplos: La obra global de Marcel Proust y una sola novela de Emily Brontë, 'Cumbres borrascosas'.

Conocimiento y emoción

Al final, una única conclusión, «la cultura no salva». Puede allanar el camino, pero no redime, como no redime el oficio a un pintor «que no tiene más lenguaje que su habilidad».

El director del segundo taller de artistas de la III Semana Nacional de Arte Contemporáneo, que se prolongará hasta mañana, bajo el título 'Conceptos de la pintura', asumió como buenas todas las posibilidades que le presentaron sus alumnos. «Lo importante», dijo «es hacer un lenguaje a medida de nuestras necesidades» y hacerlo sin evitar «el riesgo que es intrínseco a esta profesión y consiste en decir tu palabra».

La habilidad no basta

Contó Antonio López que el arte, además de una búsqueda, es una pregunta constante. Confesó que él mismo, cuando se dio cuenta de que «con la habilidad no bastaba, que había algo más que descubrir», empezó a interrogarse. «Me pregunté ¿qué es hacer arte? y en esa duda estoy todavía», dijo. «De vez en cuando», siguió, «he visto arte en los niños, en los locos, en las cuevas de Altamira, en Chillida y, a veces, en Tàpies. Y sigo preguntándome».

Los motivos para dudar son infinitos, siguió apuntando el creador que inmortalizó la 'Gran vía' madrileña. «Pero hay que disfrutar de la duda. Yo la amo y por eso no me hace sufrir». La primera jornada de Antonio López en su taller estuvo plagada de grandes sentencias. Todas defensoras del arte al que «a estas alturas» considera «como una energía emocional».

Referencias

En su recorrido por los recovecos de su pasado y presente se detuvo varias veces en varios nombres. Velázquez, Vermeer, Caravaggio y Giacometti fueron referencias constantes, como también lo fueron Lorca, Santa Teresa o Mozart. Y es que Antonio López cuenta la pintura con los acentos de todos los lenguajes. Antes de cerrar las primeras puertas del taller, dejó que hablaran las diapositivas y volcó sobre la pared del Centro de Cultura Antiguo Instituto algunas obras propias y otras ajenas.

Por la tarde, la pantalla volvió a encenderse, pero esta vez no con filminas, sino con cine. López presentó la versión crecida de 'El sol del membrillo', película de Víctor Erice premiada en Cannes (1992).

Narra esta cinta la obsesión del pintor en la plasmación de cada detalle, de cada hoja, de cada rama. Cuenta, al fin, la búsqueda de la verdad y de la belleza en un mundo extraño tras la que camina Antonio López. Utilizando conversaciones sin guión previo del pintor con su familia y amigos, Erice le muestra pintando lentamente las luces y las sombras de un árbol en su jardín.

 
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