C.
B.
Los
motivos de una ciudad, las posibilidades de un barrio y los encantos
de un rincón, desde la perspectiva de Alberto Cuervo-Arango.
El fotógrafo gijonés fue ayer el protagonista del
taller Arte y Sociedad en la Biblioteca Pública
de Jovellanos, de Gijón, que organiza AlNorte. Bajo el título
de Luces de ciudad: fotografía urbana, el artista
gijonés disertó sobre la jungla del asfalto, vista
a través de un objetivo. De sus palabras se extrae una lectura:
la fotografía va más allá de los paisajes idílicos,
las flores llamativas y las postales paradisíacas.
«Desde las cámaras enormes, imposibles de mover, pasando
por las manejables, y hasta las digitales». El recorrido de
Cuervo-Arango incidió en todas las etapas de la fotografía,
reparando en esta última. «El tema digital es otra
forma de expresión que yo considero una prostitución
del mundo de la fotografía», criticó, en alusión
a la manipulación a la que se expone con las nuevas técnicas.
En su opinión, ahora «se pierde sensibilidad, gracia
y técnica». Ni que decir tiene, en su caso prima la
predilección por el medio analógico. «Me fascina,
al igual que la alquimia de los estudios», reconoció
el licenciado en Arte, a lo largo de su conferencia.
Para el debate se reservaron los marcos. O lo que es lo mismo, las
ciudades más atractivas. «No hace falta viajar a Nueva
York o a París para hacer una buena fotografía urbana»,
comentó.De hecho, en sus preferencias figura «el entorno
de la Universidad Laboral, por ejemplo».
A los amantes de la fotografía, les aconsejó «que
se dediquen a ella en cuerpo y alma, prescindiendo de las modas».
A su juicio, el único imperativo que requiere una instantánea
es «que el autor tenga algo que decir a través de ella».
A partir de ahí, «todo es legítimo, porque prima
el criterio personal».
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