Textos: María de Álvaro   -   Diseño y maquetación: Víctor Coto   -   Fotos: M. de Álvaro, J. C. Román, Pablo Lorenzana, Sergio López


ETAPA 10: LA CARIDAD-RIBADEO

El Camino de «por aquí o por allí»

El tramo final de la ruta asturiana, por el que entramos en Galicia, es el peor indicado de toda la ruta. El premio final a un día agotador será una vista increíble sobre la ría del Eo

María de Álvaro - mdealvaro@elcomercio.es



Cualquiera que haya recorrido un camino en su vida, o sea cualquiera, sabe que hay pocas sensaciones comparables a las de llegar a meta. Y hoy es el día. Amanece en La Caridad tras un celestial pixín en el puerto de Viavélez, al lado, claro está, de la calle Corín Tellado, porque la escritora más prolífica de la lengua castellana nació junto a las barcas que ayer nos acompañaron en la cena. Y no, Viavélez no está en la Camino de Santiago, pero las vísperas son días de celebración y Justo y su taxi, aparcado en su parada en el medio mismo de La Caridad, son la excusa perfecta para una escapada de poco más de dos kilómetros hacia el mar. Te lleva y te va a buscar. Ni a Felipe II, ni siquiera a Carlos V en su periplo astur, se lo pusieron así de fácil.
Pero eso fue ayer. Y hoy el día se llama La Caridad-Ribadeo y se apellida 22,3 kilómetros. A estas alturas de la película, eso no es nada. O casi. Porque la película de hoy va a tener más de un fundido en negro. El primero llega sin salir de La Caridad. Allí, en su enorme recta vemos, como alicatando el suelo, una concha detrás de otra que marcan el Camino. Y todas y cada una de ellas nos mandan de vuelta para Navia. ¿Qué pasa?, ¿pero qué broma es esta?, que diría Rajoy. Pues nada. Alguien las colocó al revés. Pero son las ocho de la mañana y uno (una) tarda un poquito en darse cuenta y otro poquito en encontrar a alguien despierto por la calle. No nos queda nada...
Al final del pueblo y ya con la intuición peregrina a todo lo que da se ve una flecha en una casa que nos dice que giremos a la derecha. A la izquierda dejamos un aserradero y nos encaminamos, por un pequeño y verde camino, hacia un riachuelo que baja contento pero no muy caudaloso. Si lo hubiera hecho, lo mejor habría sido seguir por carretera. Ha habido suerte porque de eso, por supuesto, nos enteramos después.
Nuestro rumbo es Valdepares y antes cruzaremos la carretera nacional un par de veces y dejaremos a un lado el desvío al mirador de Cabo Blanco. Otra vez será. De ahí pasamos a El Franco, que cruzamos y abandonamos por un apabullante puente romano. Por debajo, el río Porcía que viene de la sierra del Bobia, en el mismo Castropol, y va con destino a la playa a la que da nombre, absolutamente espectacular. Hay que verla, pero no hoy.
Tampoco veremos Tapia de Casariego. Para hacerlo habría que tomar justo aquí un camino que sale a la derecha y que le pone a la ruta 10 kilómetros más, cinco para ir y otros tantos para volver. Es una idea, porque en Tapia, además, hay un albergue, por eso algunos peregrinos optan por dar el rodeo y pasar allí el resto del día. Puede ser. Pero finalmente no es, aunque ha estado a punto. Y no por nada, sino porque la indicación es tan dudosa que si no sale Ángeles a la puerta de su casa con el primer «puedes ir por aquí y también por allí» del día, lo más fácil es acabar en Tapia. Queriendo o sin querer. Pero Ángeles vive a la puerta de su casa, porque ha perdido la cuenta de a cuántos peregrinos guía al día. Lo cuenta muerta de la risa y aclarando que ella se las apaña perfectamente «en francés y en catalán si hace falta, que lo hablo, y no solo en la intimitat, ascolti». Ángeles vivió de cría con monjas francesas en San Feliú de Llobregat y sabe por dónde hay que ir. En el Camino de Santiago y en todo lo demás.
Como no vamos a Tapia, seguimos de frente, torcemos a la izquierda y nos colocamos, justo después del espectacular Palacio de Campos, bellísimo y algo oculto ejemplo de arquitectura rural del siglo XV, en nuestra querida N-634. Ahora la cosa es seguir en dirección a Tol. Y, por suerte, un vecino de Ángeles nos dice que es a la izquierda. Si no, quién sabe.
A partir de aquí, entre ‘praos’ de hierba recién segada, empieza un paseo apacible. No hay señales que indiquen que por ahí se va a Santiago, pero tampoco bifurcaciones, así que le hacemos caso a Machado y seguimos.
En medio están Artemio y su guadaña, 84 años cumplidos, despejando maleza y con ganas de charla. Y después de Artemio, su infancia, lo que todavía le queda y un par de moces que tuvo: Brul y Tol, dos pueblos de casas dispersas en los que esta mañana parece que no vive nadie. Pura paz. En Tol, además, hay una pequeña tienda estanco que hay que aprovechar sí o sí porque no encontraremos ningún otro local en el que poder comprar siquiera un botellín de agua hasta Barres. Y eso está a casi 20 kilómetros de donde hemos empezado. Aviso.
El paseo sigue agradable. Ya no hay cuestas. Qué lejos quedan nuestras ‘escaladas’ para entrar en Llanes o alcanzar Sebrayo... Parece que hace un siglo de la Cruz de Peón y del Curviellu y, sin embargo, pasar han pasado apenas cinco días de caminata continuada. Claro que cinco días de camino no son cinco días convencionales, le pasa a esta ruta lo que a vivir en Nueva York, que cada año computa por diez en cualquier otro lugar del mundo. O así. Y así llegamos a Las Campas, donde otra vecina nos salva la vida a grito pelao: «¡Por ahí no, níaaaa, que noooo!».
Sale del fondo de su propiedad y se planta en medio para explicar que esa flecha ahí marcada que tú ibas a seguir te lleva por el trayecto oficial, sí, «pero hace años que tá cerrao por la maleza» porque aquí «desde que no está de alcalde este que era hijo de, ¿cómo se llamaba aquel?, ah, sí, ho, Calvo Sotelo, desde aquella no se ocupa nadie del Camino». Dice eso y que hay que seguir de frente, «dirección a Barres». Y en Barres otro vecino interrumpe la marcha. Por suerte. Porque la flecha te manda para abajo por la nacional, y puedes ir, «pero se va mucho mejor por dentro dirección a Figueras y ahí, pues, pregunta». Pues mil gracias. Uf.
Estamos en la carretera regional y ya no queda nada, pero es cuando parece que no queda nada cuando no se puede bajar la guardia, porque los ya casi 270 kilómetros se notan en las piernas y en el alma. Llegar a Figueras y volver a quedarte entre dos calles sin saber por cuál hay que tirar tampoco ayuda. Otro vecino sale al rescate: a la derecha. Y, un poco más adelante, una flecha amarilla pintada ‘a mano alzada’ sobre una farola lo corrobora. El puente de Todos los Santos está a un paso. Pero Figueras bien vale una parada y su puerto, más. Es medio kilómetro de cuesta abajo que luego no hay que subir de vuelta porque pillaremos el puente justo al final de los astilleros Gondán, escalerazas mediantes. A tan poco de la meta, ¿quién dijo miedo? La recompensa es parar y poner los pies en alto con la ría enfrente, azul y emocionante.
Hemos llegado al principio del fin de esta aventura y poco a poco vamos a empezar a cruzar el Puente de Todos los Santos, 600 metros suspendidos del mismo cielo con nuevas y distintas vistas a la ría y a sus mil playas. Asturias ha quedado a nuestra espalda. Al frente, Galicia. Y Santiago de Compostela, aún a ocho etapas más. Pero nuestro trayecto se acaba aquí. Misión cumplida. De momento, porque pararse, ya lo sabíamos en Unquera y antes incluso de llegar allí, no es un opción. Seguiremos, pero esa ya será otra historia. ¡Buen camino!






INFORMACIÓN PRÁCTICA


¿QUÉ VER?

Naturaleza

Campos de Brul:
el Camino atraviesa un apacible paraje de campos de maíz y hierba. Ría del Eo desde Todos los Santos: la vista andando es, claro, mucho más impresionante que sobre ruedas.

Monumentos

Ermita de San Pelayo: en Valdepares, «construcción bastante antigua reformada a principios del siglo XVIII» reza una ‘precisa’ inscripción a su puerta.

Puente romano sobre el río Porcía: preciosa construcción en piedra.

Palacio de Campos: en Outeiro (Tapia), construcción señorial que se remonta al siglo XV.

Puente de Todos los Santos: inaugurado en 1987 tras 4 años de obra y 1.300 millones de pesetas, 60 kilómetros de cable, 2.164 toneladas de acero y 17.600 metros cúbicos de hormigón para unir Asturias y Galicia.

¿DÓNDE DORMIR?

Albergues

En Ribadeo: Albergue de Ribadeo. Pasado el Puente de los Santos, a mano derecha. Es público. 982 12 86 89

Antes de Ribadeo:
Albergue de Tol, en las escuelas y 5 kilómetros antes de Figueras. Es público y lo atiende la Policía Local. 687 51 51 35

Después de Ribadeo:
Albergue de Vilela, a 6,5 kilómetros más allá 649 07 54 49

Otros alojamientos

En Castropol: Casa Rural Las Campas, preciosas construcciones tradicionales en medio del campo. Como para volver otro día si pasamos de largo. 985 62 31 16

En Figueras: Hotel Palacete Peñalba, diseñado por un discípulo de Gaudí en 1912. Simplemente impresionante. Más de 100 euros, pero hoy acabamos. 985 63 61 25

En Ribadeo: Parador de Ribadeo. Consultar las ofertas. 982 12 88 25 Hotel Mediante. En el centro de la localidad, más económico y con descuentos para peregrinos. 982 13 04 53

  ¿DÓNDE REPOSTAR, COMER O CENAR?

En Barres: Cuidado porque desde La Caridad hasta Casa Enrique no se pasa por ningún lugar en el que tomar nada y son casi 20 kilómetros. Hay que desviarse 200 metros, está en la carretera.

En Figueras: Restaurante Peñalba, solo si queremos comer marisco o pescado. En el puerto y en la bajada hay numerosos bares con precios bastante más populares.

En Ribadeo: Restaurante San Miguel. Deliciosos pescados y ricos arroces con unas vistas impresionantes del puerto y la ría. Ideal para rematar la faena.

Náutico Lounge Bar. En el puerto, como su propio nombre indica, perfecto para tomar algo.
O Lar de Manolo. En el centro del pueblo, tienen menú y una buena terraza.

Textos: María de Álvaro   -   Diseño y maquetación: Víctor Coto   -   Fotos: M. de Álvaro, J. C. Román, Pablo Lorenzana, Sergio López


Registro Mercantil de Asturias, Tomo 1.272, Libro 0, Folio 43, Hoja AS-4.313 C.I.F.: A-33600529 Domicilio social en Calle diario El comercio, nº 1 - 33207, Gijón, Asturias, España. Email: digital.co@elcomercio.es
Copyright © EL COMERCIO S.A. Gijón, 2008. Incluye contenidos de la empresa citada y, en su caso, de otras empresas del grupo de la empresa o de terceros.