Seve Sueiro

Cuando se quisieron dar cuenta, ya habían implantado todo un musical en el barrio, a la altura del mismísimo Rey León o Billy Elliot. Pero desde casa, confinados, y con el material limitado. Lo importante fue la actitud, y eso siempre sobresalió de entre los vecinos de La Calzada. Los ya conocidos como ‘Freddies’, por la puesta en escena que hicieron, los primeros días de la cuarentena, en las ventanas y balcones de la calle Ecuador, en homenaje a Queen; aunque, en realidad, abarcaron muchos otros palos temáticos: Feria de Abril, carnaval, fiesta mexicana, otra ibicenca.

Esta labor social «a pequeña escala», se construyó progresivamente. Así lo explicó Seve Sueiro, uno de los implicados: «Al principio, salíamos al balcón con cierta timidez, porque no nos conocíamos. Un día, se me ocurrió sacar el altavoz y poner el himno de Asturias, y a partir de ahí fue un no parar». Crearon un grupo en Facebook y luego otro en WhatsApp para organizar diferentes iniciativas de entretenimiento que desarrollaban tras los aplausos de las ocho y los vermús de los fines de semana.

«Era necesario animarnos unos a otros»

Los vecinos fueron adquiriendo roles. Seve fue el Dj que ponía canciones bajo petición ‘popular’; su mujer, Aurora Valverde, se encargaba de proporcionar ideas, a través de tutoriales, por las redes sociales, para maquillarse o diseñar los adornos con los que decorar; Yolanda Nosti era la coreógrafa. Compartía en los grupos videos para que los vecinos supieran seguir los pasos de baile; Ángel Resch, fue el animador que azuzaba con frases inspiradoras para que no decayese la actitud; Ángel Rodríguez, que toca el saxo, deleitaba a diario a los presentes con un par de temas; y los pequeños Nel y Breixo, abrían y cerraban las actuaciones. El primero, con un trompetazo, llamaba a los residentes para que saliesen. El segundo, se despedía con el famoso ‘Adiós don Pepito’ o ‘La vida pirata es la vida mejor’.

«Pasamos de ser gente, a personas, luego amigos, y terminamos considerándonos familia», confesó Seve. Crearon tendencia, y, poco a poco, otros barrios se animaron a organizar iniciativas similares. «Éramos pájaros enjaulados. Nos vimos sin poder salir a la calle, sin nuestros familiares, y sin poder ir a tomar algo a un bar». Así que convirtieron las ventanas en ese punto de encuentro, en salas de baile y chigres donde poder brindar.

«Empezamos siendo gente, luego personas, amigos y, al final, nos consideramos familia»

Todos tenían la necesidad de soltar esa energía. «Quisimos dar alegría colectiva. Por supuesto, siempre pensamos en todas aquellas personas que lo han pasado mal por el virus, pero creo que era necesario animarnos unos a otros después de tanto tiempo encerrados». Rendían un homenaje a quienes habían perdido a algún ser querido dedicándole unas palabras y una canción; y también celebraban cumpleaños o hacían videollamadas en directo con allegados que viven lejos.

Para Seve, salir al balcón era «luego regresar a casa con las pilas recargadas». Confesó que cuando la alcaldesa cerró la veda a la música con altavoces, lo echaron de menos: «Nos hicimos adictos a esos momentos». Pero tienen planes de cara al futuro. «Queremos hacer una quedada, una espicha. Pero habrá que hacerlo con tiempo para ponernos todos de acuerdo, porque somos más de cien vecinos implicados».