Los hidalgos que se echaron a la mar
Dos de los hermanos de Pedro Menéndez, además de su hijo, fueron marinos. Pasó por la cárcel y falleció de tifus en Santander

Pedro Menéndez fue uno de los hijos de Juan Alfonso Sánchez de Avilés y María Alonso de Arango. Su padre descendía de la Casa y Distrito de santa Paya, una de las más antiguas de Asturias. Su palacio se ubica en Monte del rey, a unos diez kilómetros de Avilés. Quedó huérfano de padre muy joven, y su madre lo puso bajo la tutela de uno de sus tíos. De la casa de estos parientes se escapó cuando apenas tenía ocho años de edad, y no fue localizado hasta seis meses más tarde. Estaba en Valladolid.
Le hicieron regresar a Avilés y a los nueve años se firmaron unas capitulaciones matrimoniales con María Solís Cascos, de once años, pariente suya en cuarto grado. No se casó con ella hasta más tarde, cuando ya había dado más muestras de su inquietud y de su talento, y el matrimonio no le retuvo en casa. A los catorce se enroló en una flota en Santander encargada de combatir a los piratas, y poco después se asoció con unos parientes y amigos para adquirir un bajel de guerra con los ahorros conseguidos, y con el que se hizo a la mar para practicar el corso.
Dos de sus hermanos fueron también marinos. Bartolomé fue compañero inseparable de Pedro, y ambos compartieron experiencias. Bartolomé acompañó a su hermano en aquel primer viaje, y fue uno de los diez capitanes del ataque al Fuerte Caroline. Otro de sus hermanos. Álvaro, fue capitán de infantería en Flandes y capitán general de las flotas que hacían la carrera de Indias. También se dedicó a la mar su único hijo varón, Juan Menéndez de Avilés.
Este acompaño a su padre a las Indias desde 1552, y en 1563 llegó la noticia de que la nave en la que viajaba por el canal de las Bahamas, la Concepción, había desaparecido en un naufragio. Pedro Menéndez pidió entonces permiso al emperador para ir en su busca, que le fue concedido, pero con una nueva misión: la de someter a los hugonotes franceses instalados en La Florida tres años antes, e incorporar el territorio a la Corona Española.
Además de Juan, de su matrimonio con María de Solís nacieron otras tres hijas, Catalina, Ana María y María. Tuvo además una hija ilegítima , cuya madre es desconocida pero que se sabe que contrajo matrimonio con Diego de Velasco, uno de los que acompañaron al Adelantado en su primer viaje a La Florida, donde fue gobernador entre los años 1561 y 1576, y hasta gentilhombre de la Casa del Rey.
Las discrepancias de Pedro Menéndez con la Casa de Contratación le llevaron a la cárcel en 1563, junto a su hermano Bartolomé. Estuvieron dos años encarcelados en Sevilla hasta que lograron salir apelando al rey. Fueron juzgados y tuvieron que pagar una pequeña multa. Tras ese episodio se convirtió en uno de los hombres clave de España en América.
Su muerteTras asentar las posesiones españolas en La Florida y ser nombrado gobernador de Cuba, regresó a España para la Armada que debía atacar Inglaterra. Llegó a Sanlúcar de Barrameda a finales de 1573 o principios de 1574, y una de las primeras cosas que hizo fue redactar su testamento. Quizás presentía lo que iba a llegar pocos meses después: el tifus.
Su última carta se la escribió a su sobrino, Pedro Menéndez Márquez, el y de septiembre de 1564, en las que confiesa su frustración por la escasez de dinero para organizar la armada y, sobre todo, por la lejanía de La Florida, de Santa Elena, donde había fijado su residencia y donde se había quedado su familia. Aspiraba a cumplir su misión para regresar a América. «Como esto sea, yo quedo con libertad para me ir de hecho a La Florida para no salir de allí en cuanto pudiere, que estos son todos mis deseos y felicidad», relataba a su sobrino en esa última misiva. Pero falleció en Santander el 17 de septiembre, víctima un tifus exantemático, trasmitido por parásitos. Un informe de médicos de la armada recoge que tuvo «una fiebre pestilencial que ni crece ni decrece, con alucinaciones y con inquietudes, y con gran postración de virtud y con pecas de tabardillo de diferentes colores en las espaldas y pechos».
Menéndez estuvo al servicio de la Corona de Castilla, pero también desarrolló una actividad privada como armador para la ‘carrera de las Indias’. Llegó a acumular una importante fortuna, pero la puso al servicio de su país y murió en la pobreza, hasta el punto de que no hubo dinero para trasladar sus restos desde Santander hasta Avilés. Fue un familiar el que tuvo que asumir ese coste, primero hasta Llanes y, años más tarde, hasta la que hoy se conoce como ‘Villa del Adelantado’.

El testamento de Pero Menéndez
En el Archivo de Indias se conserva una copia del testamento de Pedro Menéndez de Avilés, un documento notarial en el que Pedro del Castillo, regidor de Cádiz, aparece no solo como albacea sino como acreedor del testador, y nos da información sobre el hecho de que había financiado la expedición de Menéndez a la Florida. Otro dato a señalar es la obligación que le impone a su heredero en el mayorazgo de vivir diez años en Florida, con lo que da a entender que para él su participación en la colonización de estas tierras fue tan importante como para imponerle la presencia en las mismas.